Me han preguntado varias veces mi opinión sobre el encuentrp de Javier Sicilia y Felipe Calderón. Así que aquí, muy brevemente, va...
Yo vi un presidente rebasado por su propio discurso y su propia posición insostenible. Manoteando, gritando, persiendo los estribos por momentos. Pero, sobre todo, empecinado.
Y vi un Sicilia con vocación de mártir, dando testimonio de su fe con el sufrimiento. Y también con vocación de sacerdote confesor insistien la católica culpa y el cristiano perdón. Que regaló un escapulario y pidió que se hiciera algo, sin llegar a nada, así como recetarle tres padresnuestros y dos avemarías. Y nos vemos la próxima para su siguiente confesión y que expíe sus pecados.
¿Y México? ¿Y los muertos? Y más importante: ¿y los vivos? Se perdieron en el camino del cura laico y el presidente católico.
Rápido y directo, como debe de ser !
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