Kermés o quermés: Verbena, fiesta, pachanga popular y benéfica.
Azotea: Cabeza, sesera, maceta, tatema, testa, coco.

28 sept 2010

Vlad y Fuentes: de miedo


Carlos Fuentes es, por su trayectoria, uno de los grandes autores en nuestro idioma, no me cabe ninguna duda. Pero en los últimos años su calidad ha disminuido de manera proporcional al aumento de su productividad, y Vlad (Alfaguara, 2010) es, en mi opinión, lo peor que le he leído.
Y no es que tenga nada en contra del “género vampírico”, todo lo contrario. Creo que en todos los géneros y estilos hay obras buenas y obras que, simplemente, no funcionan. Vlad es de estas últimas.
No es una novela cursi y rosa, lo que se agradece en la actual ola de novelas vampíricas para “jóvenes lectores”, con monstruos edulcorados, humanizados y entrañables, aunque hay novelas en ese rumbo que sí funcionan. Y tiene algunas frases evocativas y muy bien logradas. Y hasta ahí lo bueno, aunque supongo que las ventas serán buenas.
El intento de Fuentes de escribir una historia de vampiros bien escrita, con un manejo literario del lenguaje, fracasa rotundamente. Las secuencias de ideas afines repetidas resultan tediosas; los guiños a las obras clásicas del género terminan siendo simplemente lugares comunes, de lo que, por otro lado, está lleno el texto más allá de las referencias a otros textos; hay párrafos que parecen una cátedra mal impartida. Total, el lenguaje resulta innecesariamente pretencioso, lejos de la ligereza tradicional del género, con notables excepciones particularmente bien logradas.
La trama resulta tristemente lineal y predecible, sin sorpresas. Sólo el final, macabro y depresivo, se aparta del maniqueísmo victoriano en que triunfa el bien a costa de grandes sacrificios. Pero ese mismo final carece de fuerza; la idea básica es muy buena, pero fracasa en un par de frases sin contundencia, que quedan en suspenso sin lograr generar suspenso en la historia siquiera.
Pero no me crean: léanlo ustedes mismos.

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